“Lula no quedó afuera de la disputa electoral”
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Sergio Ferrari.
Teólogo de la liberación, histórico militante social, ex preso político en los años setenta, teórico-escritor-periodista, el religioso dominicano brasilero Carlos Alberto Libânio Christo, conocido como Frei Betto es, también, uno de los más lúcidos analistas de la realidad de su país. A pocas semanas de las elecciones presidenciales en Brasil del próximo 7 de octubre, Betto comparte sus reflexiones en un contexto complejo.
Con el expresidente Lula preso, pero inscripto oficialmente como candidato por su Partido de los Trabajadores (PT), y reforzado por el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que ratificó el 17 de agosto el derecho a registrar su candidatura.
Con una derecha dividida en varias listas, pero con la presencia fuerte de Jair Messias Bolsonaro (Partido Social Liberal), que asume posiciones extremas. Y, también, algunos candidatos de izquierda, entre ellos el mismo Lula -con la mayor intención de votos según las encuestas de mediados de agosto- o el joven ascendente militante social Guilherme Boulos, catapultado por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Entrevista.
P: Los movimientos sociales, la izquierda, numerosos analistas en su país señalan que Brasil padece las consecuencias del Golpe Institucional de agosto del 2016, cuando la entonces presidenta Dilma Rousseff fue destituida por el parlamento con acusaciones no probadas. ¿En ese contexto, cómo caracteriza las elecciones generales del próximo 7 de octubre?
Frei Betto (FB): Serán las elecciones más imprevisibles de las que se vivieron en Brasil. A escasas siete semanas es imposible prever el desenlace, porque el candidato con mayor intención de voto según las encuestas electorales es Lula – entre 30 y 32 % dependiendo de la fuente. Seguido por los indecisos (21 %) y luego, por detrás, por el candidato Bolsonaro, militar de extrema derecha, con un 19 %. El 15 de agosto, el analista político Marcos Coimbra, que monitorea un instituto de encuestas, estimaba que llegarían a competir en una segunda vuelta el candidato del Partido de los Trabajadores (Lula o Fernando Haddad, en caso que Lula sea proscripto) y Bolsonaro.
P: ¿Es previsible que esas elecciones desbloquen la actual situación institucional y reabran una dinámica democrática en su país?
FB: La limitación democrática se expresa ahora con las acusaciones contra Lula, principal candidato a nivel nacional. Son acusaciones (ndr: por corrupción) pero sin pruebas. Es curioso que le acusan por un hecho ocurrido en San Pablo, en la ciudad litoraleña de Guarujá, y lo tienen preso en Paraná, que es otro Estado brasilero. Es evidente que el proceso democrático sufre violaciones en la medida en que se toman decisiones judiciales con el objetivo esencial de impedir que Lula se convierta en presidente de Brasil por tercera vez.
P: El 15 de agosto, el Partido de los Trabajadores, en el marco de una movilización donde participaron más de 50 mil personas, registró oficialmente la candidatura de Lula a pesar que éste se encuentre preso. ¿Lo considera un hecho simbólico o podría realmente su candidatura ser aceptada por las autoridades electorales?
FB: Como hay precedentes de candidatos condenados por la justicia y presos, que fueron autorizados a registrarse, hicieron campaña y una vez electos, asumieron sus bancas, no se puede considerar que Lula está ya fuera de la disputa electoral. El equipo de abogados de Lula va a dar una dura batalla en los tribunales hasta que la decisión sea finalmente tomada por la Suprema Corte de Brasil. En caso que Lula sea proscripto, el candidato por el PT será Fernando Haddad, ex ministro de educación del gobierno petista y su vice será Manuela d’Avila, del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) que participa en una alianza electoral con el PT.
P: ¿Si se proscribiera a Lula, piensa que alguno de los otros candidatos progresistas, como por ejemplo Guilherme Boulos del PSOL, podría recoger los votos populares?
FB: Según encuestas y tendencias Lula, en caso de ser impedido de presentarse como candidato, tendría el potencial de transferir a quien lo substituya un 30% de votos, lo que es un porcentaje muy significativo. Pero todo indica que no todos los electores potenciales de Lula van a votar a su candidato sustituto, si Lula no puede presentarse. Pienso que muchos votos emigrarán para Guilherme Boulos, e incluso para Ciro Gomes (ndr: Partido Democrático Laborista, Alianza Brasil Soberano) y para Marina Silva (ndr: candidata de REDE).
P: Las elecciones en Brasil se dan en un momento delicado en América Latina que vive una nueva ofensiva neoliberal/conservadora apenas balanceada por lo que podría ser la próxima presidencia de Andrés Manuel López Obrador en México, a partir del 1ero de diciembre…
FB: Brasil y México son los dos países más poderosos de América Latina. Si gana el PT o el PSOL en Brasil, la articulación con López Obrador será muy importante para dar un nuevo aliento a los gobiernos progresistas del continente y defender la soberanía de Venezuela y la Revolución Cubana. Si vence Ciro Gomes, Brasil tendrá una política ambigua, a veces progresista, a veces entreguista. Los demás candidatos, incluyendo a Marina Silva, no tienen contradicciones con la política neocolonial que impulsa la Casa Blanca en América Latina, que busca entre otras cosas que cortemos las relaciones con China y Rusia.
P: Usted es amigo personal de Lula y está estrechamente involucrado con los movimientos sociales. Al mismo tiempo, siempre ha sido una voz muy crítica hacia algunas de las políticas y de las metodologías del PT, durante los 13 años de Gobierno ¿Cuáles serían los retos principales del PT de cara al futuro?
FB: Me hubiera gustado que el PT hubiera hecho su autocrítica y llevado a juicio, en la Comisión de Ética, a sus militantes acusados de corrupción. Si llegará a ganar con Lula o Haddad, supongo que realizará un gobierno más progresista de lo que se impulsó en los mandatos anteriores de Lula y Dilma, entre el 2003 y el 2016. O, al menos, lo intentará. Hay que recordar que la acción presidencial en Brasil depende del apoyo de los diputados y senadores en el Congreso. Y no tengo la esperanza que el próximo Congreso que saldrá de las elecciones de octubre, sea menos conservador que el actual. De modo que solo le queda a la izquierda volver al trabajo de base, organizar las clases populares, promover la alfabetización política del pueblo.