Agencia La Oreja Que Piensa. Por Anabella Almonacid Fernández.
De martes a sábado, la organización latinoamericana Tatu, sede Buenos Aires, abre el Centro de Atención Primaria de la Salud “Miguel Enríquez” en el barrio 14 de Febrero de Longchapms. Entre esos días, médicos de la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba (ELAM) y de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), psicólogas, trabajadoras sociales, enfermeros y enfermeras, entre otros profesionales, llevan su humanidad, cuerpo y alma, para atender de forma voluntaria a los pacientes, vecinos del barrio, de zona aledañas y pobladores que llegan desde lugares cada vez más lejanos, expulsados por un sistema de salud cruel, insensible y mercantilista.
En Tatu, que también tiene otras salitas de salud en Trelew, Santiago del Estero, Bio Bio (Chile) y Quetzaltenango (Guatemala), hay médicos especializados en pediatría, diabetes, cardiología, ginecología y obstetricia, pero no había un cirujano hasta el momento que atienda en una toma de tierras al pueblo humilde.
Fue la última mañana de sábado santo que llegó a la sala del 14 una niña con una operación en la frente y una herida mal curada que no cicatrizaba. Ocasionalmente, la misma mañana, Leogel Delgado y Grettel Alfonso, compañeros de la Embajada de Cuba en Argentina, visitaron la sala para ver su ampliación, ya que estuvo casi dos meses en obra para hacer la loza y varias reformas.
Tal como fue publicado en el último informe, desde 2005 a la fecha, los médicos de Tatu atendieron a más de 78.167 pacientes y entregaron más de 74.220 medicamentos de forma gratuita y solidaria.
El porcentaje de pacientes se ha incrementado bruscamente en estos últimos tres años y, afortunadamente, las manos solidarias también.
Resulta que Leogel, además de ser tercer secretario de la Embajada de Cuba y cumplir con sus compromisos diarios en el área de la Solidaridad, es cirujano.
De modo que, “vio la niña, le dio instrucciones al enfermero para las curaciones e indicó al médico de turno cómo realizar el seguimiento del caso”, explicó a este medio el coordinador de la organización Gino Straforini.
La madre se fue maravillada, habían operado a la niña en la frente y la herida se le volvía a abrir constantemente. Fue a la salita de Tatu sólo a consultar y se encontró con el especialista.
“La mujer no lo podía creer, un cirujano en esa humilde salita de una toma de tierras. Hablé con Leogel e inmediatamente marchó a atender a la niña, la subió en sus brazos y la sentó en uno de los muebles altos, la revisó y la curaron.
Al irse la madre me dijo: ‘No puedo creer la atención de ésta salita, hasta me atendió un cirujano, muchas gracias, que Dios los bendiga’”, describió el coordinador. Claro que el que ahorca, pero no mata no tiene poder alguno sobre los responsables de eliminar un Ministerio de Salud y relegarlo a Secretaría en un país con 4 millones de niños y niñas viviendo en condiciones de extrema pobreza.
Lo destacado de la mañana santa es cómo la mano sanadora llegó a la herida de una niña que vive en una toma de tierras. Casi sin querer o guiada por esa estrella martiniana insurrecta que brilla para los pobres y humildes, Leogel llegó al barrio y Tatu abrazó a un cirujano, que supo atender con ciencia y ternura las heridas del 14.