Agencia La Oreja Que Piensa. Por Darío Villegas. (*)
Así lo dice, hasta empaparte lo que estos tiempos nos dejan de alma, sumergirnos en esas esferas lumínicas, donde la música cobra una dimensión escueta, es sesgada por esa totalidad del arte, casi hasta relegarla a un plano nimio.
Eso puede hacer este hombre sagrado por la sed verdadera. Ahí estaba un ángel tras otro, y a cada rato dios, todos y cada uno, como elemento alquímico, espacio inconmensurable redescubriendo portales mágicos, sitio de metáforas recirculando infinitas, yendo y cada vez retornando a tocarte, para que algo de alas se entibiaran en vuelo.
Yo te escribiré, yo te hare llorar...
Así, ave arquetípico, per formando el vuelo, antes que el cielo se manifieste, diciendo cada viento, para llevarnos, darnos a comer su pan, derramarnos cada sueño de su peregrinar onírico.
No podemos encerrarlo en la pequeñez del hombre musicante, porque trasciende toda humanidad. Ni decir que fue un músico genial, solo estaríamos descubriendo un guiño de luz ante la potestad del sol.
Luis Alberto es la consagración del arte, de esa sacralidad del arte como elemento ritual, pagano. Ahí está todo color, cada vez una paleta nueva, convocándonos a renacer, a ser un tiempo único, lejos de relojes y maquinarias, creando las paradojas para trascendernos junto a sus articulaciones multidimensionales.
En su esencia se consagra todo lo que de expresión artística nos dio el mundo antes de la creación, antes que los planetas giraran en sus orbitas.
El Flaco, creo el rock Argentino, y si, también Manal, Vox Dei, Color Humano, Sui Generis, Lito Nebbia, Moris, Crucis y tantos otros, la lista es interminable, inabarcable, pero Spinetta, le dijo al rock que podía ser mágico, una lámpara mágica y le puso alas, le dio la llave de ese mandala infinito, lo doto de formas y caleidoscopios impensados.
Cada vez se iba, regresaba al centro del universo, a esa región de la luz y traía un secreto y nos lo develaba línea por línea, para encendernos, decirnos que mañana es mejor, que toda la vida tiene música.
Luis Alberto Spinetta, EL Flaco, un Ángel trovador, sin dios, un Elemental, donde cada manifestación vital se reorganiza, hasta consagrarse en sensación inconmensurable, espacio infinito donde toda creación cobra sentido.
Como todo ser evolucionado llega a esta dimensión a mejorarnos, a decirnos que podemos ser, nos siembran los días de luz, para que reconozcamos la entidad del color, lo vivenciemos y luego siguen su camino de regreso al centro del universo y su eco sigue recirculando, haz luminiscente que no se extingue y alumbra cada día un poco más.
La tesitura musical en sus obras, exceden el espectro finito, de esas convenciones armónicas anquilosantes, crea sus propias dimensiones armónicas, experimenta texturas vibrantes, convocando a cada uno de nosotros a asistir a la creación de noveles esferas sonoras, hasta lanzarnos como un retoño renaciendo al juego, en cada línea de esa tierra que trasciende mil danzas, se deja cautivar en caída libre desde las azulinas cinturas de Pléyades, donde copula con ninfas celosas, hasta extraer de sus… corolas sangrantes… el secreto de quienes… esperan junto al despertar…el eterno retorno a la circularidad de los elementos poli rítmicos, donde se fecundan las voces de esas tradiciones saturnales al este del atlántico, devenidas en cruda visceralidad rebautizada rock por si acaso, y desde ahí desde la lengua incandescente de estrellas, renaciendo y muriendo a la luz, en constelaciones inexploradas ingresa en entre las piernas salinas de cada océano hasta envolverse en el coralino himen de la Atlantis…niño condenado…creador de …alarma entre los ángeles…enciende la hoguera presente en sus bitácoras, donde quien vibra su sed, renace a la vida, es tocado por el amor verdadero.
Su sendero es el del guerrero, ahí reconoce las cinco condiciones del pájaro solitario; la primera que se va a lo más alto; la segunda, que no sufre compañía aunque sea de su especie; la tercera, que pone el pico al aire; la cuarta, no tiene determinado color; la quinta que canta suavemente.
La primera vez que entre en contacto directo con esa galaxia sonora, fue en el año 1976, la presentación en el Luna Park de la obra; Durazno Sangrando. Ya no pude regresar, no quise regresar. Invisible, fue y será, el cenit musical de Luis Alberto Spinetta(apreciación personal).
Ya había escuchado; Idem, el primer vinilo de Invisible, obra fundacional dentro de la historia Musical de la humanidad. Machi Rufino; Pomo Lorenzo, Batería, Luis Alberto Spinetta, guitarras y voz.
Todo cambio en el mundo para mí, Abraxas había descendido para tocarme el alma, el camino seria de única dirección y todo conducía felizmente a las esferas de Dionisio.
El próximo reencuentro con el mundo mágico Spinetteano, se dio en año 1982 en obras, la presentación de Kamikaze.
Su guitarra y un piano iluminado, sembrando pájaros de agua, por diego Rapopport, fue ese día que cada elemental se alineo en las voces del universo, para quebrar mi agnosticismo, porque entendí que los dioses existían, y uno escribiendo la vida en los libros de la buena memoria, estaba ahí, susurrándome en los oídos del alma, que para ir, solo hay que abrirse el alma, que él se encargaría de viaje.
Y acá estoy, viajando en su barca de los sueños inmemoriales, la travesía ya nunca se detendrá.
Entonces, me quedo con esta enseñanza; para ir, solo hay que abrirse el alma, y este Dios bueno, de todo elemento; aire; fuego, tierra y agua delineara la travesía. Gracias Luis Alberto Spinetta, para siempre, gracias.
Almendra
Torax
Pescado Rabioso
Invisible
Banda Spinetta
Experiencia Demente
Spinetta Jade
Los socios del desierto
(*) Poeta, escritor, músico y docente.