Foto: Alberto Borda
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Víctor Koprivsek (*)
Debería escribir sobre los 45 años del golpe de estado que instaló el horror y el terror en nuestro país el 24 de marzo del 76.
Pero voy a escribir sobre los 91 otoños de vida y lucha que cumplió hace unos días una mujer chiquitita y enorme, Nora Cortiñas.
Voy a cambiar luz por oscuridad.
Querida Norita, que podamos celebrarte, nombrarte, pensarte siquiera, en este tiempo de tapabocas y abrazos prohibidos, es un acierto, una bendición. Es agua.
Mundo Norita. Mundo risa. Mundo lucha.
Pasaste por Pilar hace unos días para plantar árboles.
Y lo hiciste en la Biblioteca Palabras del Alma y la Reserva Natural.
Y todo tu andar, hecho de trasporte público, de viajes hasta fábricas recuperadas, para adherir, para acompañar; ese andas lleno de actos en escenarios improvisados donde miles de personas, convocadas por el dolor de la injusticia, tantas veces te dieron el micrófono.
Mundo Norita, lleno de abrazos de pibes y pibas y grandes y jóvenes, con fotos en celulares y posteos repetidos tan solo por mostrarnos a tu lado.
Mundo Norita con 91 vueltas al sol y más de 30.000 lunas de esperas y de nombres.
En la semilla reposa la vida. Latente. Cielo abierto de esplendor acurrucado.
Semilla de vida. Palabra de tierra que cobija sueños.
Semilla pequeñita y gigante.
Suave cadencia de tallos y flores que luego, en la altura del dia, tranforman el aire para vos. Para que sea respirable.
Con trabajo minucioso, con caminar sin pausa, Mundo Norita de nobles causas.
Semilla de vida para que seas.
Para que veas cuánto hay, cuánto, con tener tan solo la mano de tu hijo, de tu amada, de un amigo, de tu padre; cerca, al alcance de tu mano.
Los queridos colegas de La oreja que piensa, compañeros de letras y de urgencias, de sueños y esperanzas; me pidieron y accedí gustoso a compartir en este día no una columna sino un sentir.
Y es que la tanta mugre, impune o camuflada, la tanta desconsideración, la tanta codicia que azquea, no le llega ni a los talones a esta mujer semilla.
El poder vertical que acumula muertos y quebrados, no le vale una sola de sus risas.
Porque nunca la oscuridad podrá tapar la sencillez de tanta luz.
En medio de esta pandemia, honrarte a vos, en este día, en esta fecha, a vos que te tomas el Sarmiento cada jueves desde Castelar para encontrarte con otras mujeres semillas, en la ronda de Plaza de Mayo, con la foto de tu hijo en el pecho bien cerquita del corazón.
Casi que todos somos tus hijos, casi que tu lucha y tu alegría también nos fue pariendo a nosotros, que nos convirtió a todos en tus hijos.
Tan solo por abrazarte.
(*) Escritor y periodista. Editor del periódico El Apogeo.