Agencia La Oreja Que Piensa.
Un 4 de abril de 1977 Adolfo Pérez Esquivel es detenido sin causa alguna por la Policía Federal Argentina cuando va a renovar su pasaporte. A partir de ese momento es identificado con el prontuario de presidiario n° 20766.
Ese mismo año pero el 5 de mayo le exigen subir a un avión que dará vueltas sobre el Rio de la Plata. Durante el vuelo pensaba que era su último día; Sin embargo la presión internacional obliga a la dictadura militar argentina su libertad que ocurre el 25 de junio de 1978.
Estos relatos forman parte de la vida de Adolfo Pérez Esquivel.
“Han pasado muchos años y a través del tiempo muchas veces creo haber vivido una pesadilla, pero no, la realidad golpea la conciencia y no puedo borrar lo vivido
“Tengo la responsabilidad de transmitir a las nuevas generaciones las historias no contadas, historias profundamente vividas.
Un 4 de Abril de 1977
-“Tenía que renovar mi pasaporte, me voy al Departamento Central de la policía Federal donde me detienen el día 4 de abril, el primer día de la Semana Santa y el Aniversario del asesinato del Reverendo Luther King en los EE.UU”.
-“Ahí me llevan a una oficina donde permanezco cerca de dos horas y luego a la Superintendencia de Seguridad Federal, donde permanecí detenido hasta el 5 de Mayo.”.
-“Por ese lugar pasaron cientos de personas que fueron torturadas y muchas desaparecidas o asesinadas; a ese lugar llevaban prisioneras en “transito”-la mayoría de otras prisiones del país-y les decían que las dejarían en libertad, pero cuando las largaban a la calle en “libertad” y con Estado de Sitio, de noche eran “chupadas nuevamente por la policía o el ejército y se perdían sus rastros”.
-“Recuerdo a un guardia correntino a quien llamaban Yacaré; cuando podía hablábamos sobre Corrientes, de los lugares comunes en la provincia que conozco por tener parte de mi familia correntina.
-“Yacaré era el guardia encargado de vigilar a los detenidos en los calabozos y cuando golpeábamos la puerta para ir al baño, nos llevaba y volvía a encerrarnos”.
“la celda es maloliente y sucia, uno se va a acostumbrando a los olores y a la situación, pero no a la angustia, la incertidumbre y al mañana sin futuro”.
-“Pasa el tiempo sin tiempo y solo se siente el ruido de puertas y candados, pasos, órdenes y prisioneros encerrados en los tubos”.
-“Son muchas las preguntas que me hago. ¿Hasta cuándo estaré en esta prisión?
-“Que pasa con mi familia y los compañeros/as del SERPAJ? Todas preguntas sin respuesta.