Agencia La Oreja Que Piensa. Revista Crisis (Ideas, letras, artes en la crisis) agosto 1973. Edición n° 4. Por Pablo Neruda (*).
1-Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejare impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mi alguna gota de supuesta sabiduría. (…)
2-Pienso que la poesía es una acción pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza.
3-Pienso que no menor fe que todo esta sostenido-el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesía-en una comunidad cada vez mas extensa, en un ejercicio que integrara para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera los une y los confunde.
4- Digo de igual modo que no sé, después de tantos años, si aquellas lecciones que recibí al cruzar un rio vertiginoso, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al bañar mi piel en el agua purificadora de las mas altas regiones, digo que no se si aquello salía de mí mismo para comunicarse después con muchos otros seres, o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o emplazamiento.
5-No se si aquello lo viví o lo escribí, no sé si fueron verdad o poesía, transición o eternidad, los versos que experimente en aquel momento, las experiencias que cante más tarde.
6- De todo aquello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de los que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la esperanza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en el que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; mas en esa danza o en esa canción están consumados los mas antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.
(*) Del discurso pronunciado en ocasión de la entrega del Premio Nobel de Literatura. 1971