Agencia La Oreja Que Piensa. 2012. (Blog: "Esta letra es tuya")
La Isla Colony Park estaba diseñada para convertirse en un barrio privado de 360 hectáreas de Delta, irrigado por ríos y canales.
Un exuberante jardín que en su Página Web ofrece “tranquilidad, seguridad y confort” y una “mejor la calidad de vida” a pocos minutos de la gran ciudad pero a salvo de su ruido infernal.
Sin embargo, para lograr ese jardín paradisíaco el proyecto no pareció reparar en la existencia de habitantes en esos terrenos, mucho menos en la calidad de vida de los isleños. Sofía Astelarra, que vive en la Primer Sección, cuenta que las personas que vivían en las tierras donde se emplazaría Colony Park “un día fueron a trabajar y cuando volvieron, sus casas habían sido destruidas con topadoras; alguna de esas familias vivían hace más de 50 años en la zona”, remarca.
Este episodio fue el que dio pie al inicio de las acciones públicas contra las pretensiones de la constructora.
Los ignorados II: el medio ambiente
En su mayor parte, los habitantes de las islas trabajan el mimbre y venden sus productos en el Puerto de Frutos de la estación fluvial de Tigre.
La conservación del medio ambiente es vital para la continuidad tanto de su trabajo, como de las actividades turísticas, la otra actividad económica que predomina. Pero el ecosistema isleño sería otro de los ignorados por el proyecto inmobiliario.
El Ingeniero Ambiental Eduardo Giménez elaboró junto a su colega Eduardo Noblia, un Estudio de Impacto Ambiental sobre la construcción de Colony Park.
Mientras daba sus clases de matemática en el Bachillerato Popular Raíces del barrio Las Tunas de Tigre, explicaba que “de las variables analizadas en el estudio, casi todas están en rojo, indicando un peligro ambiental alto.
Por lo cual, cualquier político al leer el informe debería desistir de permitir las obras”. Los principales afectados serán los recursos hídricos, la flora y fauna autóctonas, y los suelos. “La importancia ambiental de los impactos asociados a las acciones de construcción sobre el suelo alcanza un valor negativo alto”, indica el informe.
No solamente se removerán tierras y arroyos para relleno, se crearían lagunas artificiales, sino que se planeaba construir carreteras de acceso para los vehículos.
Otro de los factores ambientales afectados es el agua.
Los arroyos de la zona ya han sido castigados por la contaminación que producen las industrias automotrices y alimenticias.
A pocos metros del Bachillerato donde el Ingeniero Gimenez da clases, el Arroyo Las Tunas despide un olor difícil de respirar.
Como en otras industrias, en la construcción de grandes superficies, la peor parte se la llevan los recursos hídricos abundantes en la zona, como los humedales y arroyos que surcan estas tierras.
Los humedales son los que mantienen el equilibrio del ecosistema isleño, permitiendo desarrollarse a la flora y fauna de la zona, de la cual no sólo dependen las actividades económicas y el turismo, sino también la salud y alimento de los isleños.
El Delta cuenta con filtros naturales que conservan la pureza de las aguas y mantienen el equilibrio vital para flora y fauna. En caso de afectarse, empeoraría la contaminación del agua que ya es preocupante en las poblaciones cercanas, informa Eduardo Gimenez.
El informe del que es coautor indica que el proyecto Colony Park “se halla emplazado en la ribera del arroyo Canal de Vinculación y Río Luján, lo que implica que se deba evitar la realización de acciones en sus cercanías, acciones que en forma directa o indirecta puedan afectar por contaminación”.
Por lo pronto, las consecuencias del inicio de las obras en la isla ya son comprobables en el arroyo Anguilas. “Se cambió el curso del río –cuenta Sofía- y el arroyo Anguilas no es más como era, se ensanchó, se dragó”.
El aumento de la profundidad del arroyo se debe a que se utilizan sus sedimentos para rellenar las tierras de la costa y hacerlas menos inundables. “A partir de la construcción de Nordelta- también en Tigre- el countrie más grande del país, se cambió el régimen de zonificación y se permitió este procedimiento de relleno de tierras.
Con ese antecedente, las construcciones que vinieron después hicieron lo mismo”. Como consecuencia, los barrios lindantes, de menor poder adquisitivo y mayor densidad poblacional, se tornan más inundables, gracias al desnivel del suelo.
Con el mismo objetivo de hacer productivas tierras inundables se colocan murallas o terraplenes. D
De esta manera, se modifica el funcionamiento natural del río, ya que en vez de amenguarse su impulso en las orillas por acción de los abundantes juncos, el agua choca contra los terraplenes.
Esto dificulta la navegación con embarcaciones pequeñas y medianas: el tipo de embarcaciones que usan los isleños, actuales habitantes de la isla. Los destinados a perder en esta ecuación, diría Eduardo a sus alumnos de matemática.
En defensa del Delta
Sofía Astelarra, quien participó de las actividades de la Asamblea , explica que la lucha contra Colony Park llevó casi cuatro años. Hasta que se consiguió la paralización de las obras, estas continuaron y las consecuencias ya se aprecian. “El conflicto viene desde el año 2008 pero mientras tanto, siguieron avanzando con las obras, con consecuencias inconmensurables que tomará años en recuperarse", lamenta Sofía.
La Asamblea realizó múltiples acciones contra el proyecto: solían reunirse en la estación de tren todos los domingos, discutían los pasos a seguir y difundían el conflicto: “Después de la asamblea poníamos proyecciones para contar lo que estaba pasando en el Anguilas, porque varios grupos hicieron videos documentales sobre el arroyo y sobre Punta Querandí, un espacio arqueológico amenazado también por la construcción de un countrie y hasta se hizo una caravana por el río”.
Pero el hecho decisivo fue la Audiencia Pública del 1 de Julio de 2011, en la cual consiguieron que la Municipalidad de Tigre y el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS) escucharan sus reclamos.
“En realidad, la Audiencia Pública es una cuestión normativa que estaba prevista en la legislación pero nunca se hacía porque nadie la pedía”, dice Sofía. La polémica que desató Colony Park, llevó a que la OPDS solicitara esta instancia.
De ella, participaron tanto funcionarios -de ese organismo y del Municipio de Tigre, San Isidro y San Fernando - como vecinos, especialistas en Medio Ambiente y organizaciones ecologistas, quienes se pronunciaron contra el proyecto.
La empresa COLONY PARK SA envío como representante a la Bióloga Laura Janeiro, quien había firmado el Informe de Impacto Ambiental que presentó la compañía para solicitar el permiso de edificación.
Al cabo de 8 horas de deliberación, este informe fue denegado por la Dirección Provincial de Recursos Naturales, amparándose en la Ley 11723.
Luego de esta audiencia, el Intendente Sergio Massa presentó un recurso de amparo para suspender este tipo de obras hasta tanto no se reglamente el Plan de Manejo Ambiental del Delta. Actualmente este tipo de construcciones están suspendidas y los asambleístas se muestran conformes ¿Victoria o tregua? El tiempo lo dirá.
UNA BICOCA
Las tierras en donde se edificaría el barrio Privado Colony Park fueron adquiridas en los años 90. Los vecinos afirman que el costo de las 360 hectáreas fueron 30000 pesos de aquel entonces.
Tanto Sofía y Eduardo, como las fuentes periodísticas consultadas confirman esa versión. Aun haciendo la conversión a dólares, por la convertibilidad que regía en ese entonces, se trata de un precio inferior a lo que hoy cuesta un departamento de dos ambientes en la Ciudad de Buenos Aires.
Lo más grave es que se trataba de tierras fiscales, por lo cual no deberían haber sido vendidas, lo cual hace dudosa la legalidad de esa adquisición, más cuando esas tierras estaban habitadas.
“En los 90 esa tierra no valía nada. Ahora comprar en el Tigre te sale caro porque se valorizó, pero a partir del 2000”, explica Sofía. No recuerda bien a cuanto se ofrecían los lotes del Colony Park, que hoy indica tener un 72% de lotes vendidos, pero si está convencida de que eran precios irrisorios en relación al costo que tuvieron esas hectáreas, compradas a sólo $83 pesos/ dólares por hectárea.
Un negocio redondo, pero irregular, como una isla.
AGUA QUE HAS DE BEBER
Eduardo Gimenez está realizando su tesis de Maestría en Ingeniería Ambiental sobre la contaminación del agua en el Partido de Tigre. Se trata de un extenso informe del estado de los arroyos que surcan los barrios, como Las Tunas y zonas adyacentes a General Pacheco. Los arroyos que circulan por las localidades son afectados no solamente por las grandes construcciones sino que han sido castigados por las industrias automotriz y alimenticia presentes en la zona. Ford, Volkswagen y Suchard son algunas de las fábricas que arrojan sus contaminantes en el Delta. Sin embargo, lo que agrava la contaminación es la gran cantidad de agua que consumen estas fábricas, lo cual genera un “efecto bomba, una presión que altera el nivel piezométrico lo que provoca el cambio de curso de los ríos y arroyos. Esto hace que los contaminantes vayan hacia las poblaciones, en vez de alejarse de los centros poblados. Este barrio, donde Eduardo da clases, se encuentra en la periferia del barrio privado Nordelta, uno de los primeros instalados en la zona, y que sentó precedente para las actuales construcciones.