La Reforma Universitaria cumple este año un siglo. Todo un acontecimiento continental.
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Aníbal Ignacio Faccendini (*)
Aniversarios. Se cumplen 100 años desde que en Córdoba se gestó un movimiento universitario emancipador cuyo espíritu se proyectó más allá de las fronteras del país.
Según la Real Academia Española, las reformas, entre otras acepciones, son las proyecciones y/o movimientos para mejorar una situación o proceso social.
Las reformas tienen su historia. Se cristalizan como síntesis, despliegue y expansión política y sociológica de un tiempo nuevo y logran así superar lo perimido.
Las reformas en el cuerpo social son ni más ni menos que la astucia de la inteligencia comunitaria. Son la búsqueda de espacios nuevos y positivos.
Entre otras que nos muestra la historia, podemos ver la Reforma luterana con su impronta de libertad y de sustantividad ideológica para la modernidad.
También la Reforma jesuítica, de síntesis en la fe y la ciencia. Es imposible hablar de las innovaciones de los siglos XVI-XVII sin mencionar ambas experiencias de la humanidad.
Eric Hobsbawn ha señalado que ya en el mundo feudoburgués se había gestado una nueva subjetividad de innovación y transformación de la que nacería la modernidad. La subjetividad construye y la materialidad la expone.
Subjetividad materializada. Materialidad subjetivada. Hegel nos dirá que el hombre es uno y diferenciado en sí mismo. Pero uno. No hay nuevas materialidades sin nuevas subjetividades en forma simultánea y asimétrica.
Una nueva subjetividad también iba a surgir del movimiento universitario emancipador de 1918 en Córdoba: una universidad de estudiantes, abierta, democrática, con cogobierno, periodicidad de cátedra, docencia curricular y libre, profundización de la investigación y anulación del dogmatismo.
Todo ello con una profunda vinculación con la comunidad. Queda claro que la Reforma Universitaria de 1918 significó una ruptura epistemológica de suma importancia para toda América.
Se cerraba la etapa de la universidad artistocrática, elitista, quedantista y dogmática. Esta importante reforma, faro para toda América Latina, guarda en su seno a todos los cuerpos de la universidad.
En 1916 se daba el primer gobierno popular y legítimo de Don Hipólito Yrigoyen y dos años más tarde se empieza legitimar la universidad pública ante el conjunto de la sociedad inmigratoria, inclusiva y abierta.
Sin embargo, va a ser bajo otro gobierno popular constitucional, el de Don Juan Domingo Perón, que se garantizará la gratuidad universitaria, quitando los aranceles mediante el decreto Nº 29.337 del 22 de noviembre de 1949.
Dos gobiernos democráticos, republicanos y populares apoyando y expandiendo la gesta de los jóvenes estudiantes de Córdoba.
La Reforma Universitaria cumple este año un siglo. Todo un acontecimiento continental. El movimiento universitario de 1918 fue y es una gran síntesis y expansión de muchos otros procesos anteriores a analizar.
Aquí vamos a mencionar sólo algunos, como la Revolución Francesa y la Comuna de París. También dio su influencia la visión de la Belle Époque. Este movimiento europeo de fines del siglo XIX hasta fines de la segunda década del siglo XX va a connotar la integración espacial de clases y encuentros permanentes de personas en ámbitos comunes.
Eran aires de futuros prósperos para la humanidad. Era la segunda modernidad que irrumpía en tiempos, cuerpos y movimientos urbanos impensables. Parieron su luz en la Reforma Universitaria del '18 y los insurgentes movimientos del año 1917: la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa.
La imaginación envidiaba a la realidad. La realidad le dictaba cátedra a la imaginación. Esta vorágine emancipadora en distintas medidas y en su simultaneidad trajo la Organización Internacional del Trabajo, producto del Tratado de Versalles de la Primera Guerra Mundial.
Esta guerra que había dejado aproximadamente 20 millones de muertos generaría el reclamo de la equidad social mundial.
Podemos percibir que los procesos políticos y sociológicos no son aritméticos, se cruzan sin mapa en el mundo.
En el aniversario que cumple este año la Universidad Nacional de Rosario, y también la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, podemos constatar positivamente la vigencia del espíritu reformista. Lo mismo sucede en todas las facultades e institutos dependientes de la UNR.
Este proceso reformista se va reflejar constitucionalmente a fines del siglo XX en la Constitución Nacional de 1994 en el artículo 75, cuando establece la gratuidad y equidad de la educación pública estatal y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales. Las universidades públicas argentinas son emblemas de democracia, participación y efectividades conducentes.
El horizonte académico que se avizora es la integración para una buena sinergia entre todas las carreras universitarias. El saber se torna en conocimiento mediante puentes amigables entre todos los trayectos de titulaciones universitarias. Es la complejidad de la diversidad la que va a dar la nueva identidad académica a las disciplinas. Cada vez más, el futuro erosiona los muros de cada tramo de grado universitario. No hay muros que soporten todos los puentes que se avecinan.
El espíritu de los jóvenes estudiantes de 1918 aún está vigente, porque ellos innovaron para ser dueños de nuevas realidades. Realidades que dictan cátedra a la imaginación.
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(*)Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, Magíster en Ambiente y Desarrollo Sustentable, director de la Cátedra del Agua (UNR)
Nota aparecida en el diario La Capital de Rosario.