Agencia La Oreja Que Piensa. Por Josefa Rosa Vardé (Argentina)
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¿Sabías que hay una cancha en el fondo del Torero donde juegan a la pelota por plata o mierda? Mirá, ese barrio queda lejos, hermano, ahí donde se termina el conurbano. Pasando Morón, al costado de González Satán, como dice el Flaco.
Vienen las vías del tren, la rotonda, el barrio y después campo, kilómetros de campo abandonado. Donde encontraron el cadáver ese que vimos en Telefe. Sí, ahí te quiero llevar. Dicen que un exjugador de la selección pone unos verdes para motivar la cosa. Que lo hace para buscar talentos.
Pero a mí la guita me sirve para salir de los quilombitos esos que te conté y a vos también te sirve la guita. Ves. Te sirve. Dale, vamos. No, no estás tan viejo. Te necesito en el equipo, Tortu.
Mirá si la pegamos y nos traemos unos Franklins para casa. Yo pago la que debo, vos terminás ese pedacito de casa y a la vieja la llevo de viaje. Dale, soltate los abrojos, sacate ese chaleco y volvé a jugar con los pibes. Volvé a usar esa diez que nadie más pudo llenar.
No, boludo, por la panza no, por la magia. Aunque tenés razón, Tortu, yo no sos el mago, ahora sos el magordito. Pará, bancate la jodita, hermano, y vení. Claro, van el Laucha, el Flaco, Fideo, el Cobra y Chiche, seguros.
Si vas vos, se prende Parodia, el Cabe, el Piojo y la Chola. Nico al arco, siempre, garantía de seguridad. Faltás vos. Sólo faltás vos. Te digo que la rompemos como en los viejos tiempos cuando te escapabas de la concentración para jugar en la canchita del fondo con los pibes y te quedabas a comer el asado que comprábamos con la plata que le sacábamos de la bombacha a cualquier gil que nos venía a desafiar de local o de visitante, porque sos crack, Tortu, y no hay ningún problema con la buzarda que pegaste ni con la tobillera, sabés que si ganamos le tiramos el vuelto al colorado de la comisaría y no pasa nada, que yo soy un guacho todavía, pero que sé que con esta nos sacamos del bardo, porque vienen de todos lados, de todo el país, dicen que hasta hay equipos colombianos, peruanos y paraguayos, hasta unos brasileros vienen, porque hay buena guita, muy buena guita, Tortu, no la podemos dormir.
Bueno, hablo como corro, todo rápido y sin parar.
Vamos, Tortugón. Imagina que jugamos una vez más, la última, que estás entre la medialuna y el círculo de la mitad, recibís de costado y la tirás donde todos miran pero nadie ve el espacio. Claro, así, como si fuera con la mano, Tortu, pero con el pie.
Ahí, con esa derecha, la pelota va a donde no hay nadie y aparezco corriendo, volando bajito, como liebre, y la cruzo como el Cani contra los grones, hermano, así, ¿ves? ¡Se te hace agua la cola! Dale, vamos. Vayamos por la plata que para mierda tenemos la vida.
Capaz que están los monos con los redoblantes y los bombos. Capaz conocés al que lo arma y todo. Capaz que hasta te hace entrar a laburar, volver al ruedo. Re das para estar en el banco y enseñarles a los pibes cómo hacer las cosas.
Vos te la mandaste y nos cuidaste a nosotros para que no hiciéramos cagadas. Vamos, Tortu, esta es la nuestra. Si el Diego la bardeó, si Jesús tropezó, vos también tenés derecho a redimirte.
Esa, la que te tiré, Tortu. Ahí, paradito, como un elogio a la lentitud, como una pincelada de arte. Epa, estudiar me dio palabras. Dale. Si queda un tiro libre te lo dejo para que le pegues y la pongas ahí, donde me contabas que limpiabas la telaraña que aparecía entre el paraíso y la rama.
Dale, descolgá esos botines al viento y vayamos. ¿Venís? No vas a dejarnos tirados, ¿no? Sin vos nos falta el toque, la magia. ¿Cómo? Pará, pará. ¿Qué decís? ¿En serio me vas a dejar así? ¡No, no, eso es un montón! ¡No, así no! ¡Te estás confundiendo conmigo! Pará. ¡Con la vieja tampoco! ¡Qué onda, hermano!
¿Se te escaparon las ideas o las palabras? No, Tortuga, eso sí que no lo quiero oír.