Agencia La Oreja Que Piensa. Por Juan Carlos Camaño (*)
Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.
El jubilado/a es víctima de un ataque miserable desde hace muchos años: demagogias más, demagogias menos.
Su situación es analizada como quien investiga a una especie en extinción y, a la vez, como quien no sabe más qué hacer con “eso” que a lo largo de la vida se constituyó en una “carga” para el resto de los mortales. Cosa que con hipocresía abominable se trata de disimular apelando a un discurso compasivo y paternalista; repudiable en toda la línea.
Miles de palabras, casi siempre retorcidas, y por lo general edulcoradas se suceden “naturalmente” en debates de aparente profundidad, llegándose invariablemente, a la misma conclusión: “No hay plata”.
Ojo, no hay plata no es una sentencia inaugurada recientemente. Nunca hubo plata para alcanzar ese piso tan subjetivo llamado dignidad. No hay plata para los jubilado/as, no hay plata para los trabajadores y trabajadoras. Sí la hay para multiplicarla en las arcas de los dueños de la plata.
¡Basta ya!
(*) Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.