Agencia La Oreja Que Piensa. Argentina 2011. (Por Andrés Mazzeo)(*)
Después de conducir exitosamente La Oreja durante tres temporadas y de obtener un premio Martin Fierro este año, Quique Pesoa decidió terminar, a fin del 93, con su programa, que ocupa las tardes de Rivadavia de 12 a 17. Pesoa que toma como referentes a Hugo Guerrero Marthineiz, Antonio Carrizo, Juan Carlos Mareco y Alejandro Dolina, afirma que tomó esa determinación, a pesar de no tener trabajo para el año que próximo, para no empezar a aburrirse y admite que lo que más le gustaría es hacer la mañana en Rivadavia.-¿Por qué decidió terminar La Oreja?
-Porque creo que cambié todo lo que se podía cambiar en la tarde de Rivadavia. Es como un living en el que vas cambiando de lugar algunos muebles porque no querés ver como está, pero llega un punto en el que lo que querés es cambiar el living directamente. Y para poder pensar otra historia, primero tengo que terminar con esta. Para el año que viene todavía no tengo laburo, y eso, por lo menos ante mí, engrandece la decisión de terminar con este programa como producto artístico. Puede ser que sea un boludo. Pero se me ocurre que una de las formas para generar nuevos proyectos es desprendiéndome de esa idea patrón –a la que se esta acostumbrando en una radio como esta- de estar 20 años con el el mismo programa en el aire. Yo se que el año que viene me voy a empezar a aburrir, entonces por que arruinar esto, dejarlo languidecer y morir hasta que un día lo levantan los demás, no vos.
-¿Que forma de comunicación busca con sus oyentes?
-Me parece que hay dos grandes posibilidades con sus distintas opciones intermedias. Una forma es la de tener una mascara, es decir: hacer actuar a una segunda persona que te protege. Algunos logran de ese modo hacer un trabajo genuino, pero están mas cerca de ser actores que comunicadores. Yo creo en la otra forma, que pienso que es mas genuina, y que es exponerse uno, aunque sea mas desgastante, poner la jeta y ser uno mismo delante o fuera del micrófono. Lo que ocurre es que es muy difícil disfrazarse de popular si no se tienen hongos en el techo del baño.
Hay algunos tipos cuyas vidas no tienen nada que ver con la del personaje que ponen delante; que se hacen los sencillos y hablan de cosas populares que no conocen, por que hace mucho tiempo que se separaron de esas cosas a las cuales recurren para comunicarse y que son todos artilugios.
-¿A quienes se refiere?
-Si vamos al caso de hacer nombres, yo no he elegido trabajar como un Héctor Larrea, por ejemplo que hace 20 años que tiene la misma sonrisa. Hay muchos casos, pero se me ocurre pensar en Raúl Portal, que se divierte mucho pero que hace todo a partir de un personaje creado por el. Es una forma de laburo , pero yo le creo poco a esos tipos.
-¿Quiénes son sus referentes en la radio?
Yo tengo cuatro referentes muy claros a los que sumé mi propio bagaje y con los que conforme mi estilo. Del negro Marthineitz me impactaron la relación entre el fondo y la figura, su correcta articulación, el volumen adecuado para decir las cosas, los silencios. Todo eso es innato en él. De Carrizo rescato el exabrupto, sus definiciones categóricas, pegando un golpe en la mesa, me causan entre gracia y admiración. Pero eso debiera venir seguido de un pequeño acto de contrición, sino puede quedar como una agrandada, a la que es muy proclive Antonio. De Mareco desecho ese amor a todo el mundo, que todos son buenos pero tomo esa calidez y esa forma horizontal de comunicación, ponerla a la altura del tipo que está escuchando el mensaje. Y el cuarto referente es Dolina, al que no puedo escuchar mucho porque tiendo a imitarlo y lo hago mal, porque no tengo ni la cuarta parte de su imaginación, me gusta ese juego con el disparate todo el tiempo y esa vuelta a la realidad.
-¿Cómo habían sido sus experiencias laborales en Rosario?
-Allá tuve problemas con todo el mundo. En realidad exagero, con pelearse con dos o tres tipos que manejan los medios te quedaste sin laburo. Pero esos tipos los manejan mal, porque para ellos son simples negocios y con el tiempo perdieron la careta, por que ya ni siquiera se preocupan por darle esa pátina de medios de comunicación, de servicios, los manejan como boutiques. En realidad nunca entendieron lo que tenían entre las manos.
-¡Que le gustaría que le ofrecieran para el año que viene?
-La mañana de Rivadavia. Cuando avisé, hace unos meses, que no quería hacer más La Oreja se lo dije a los directivos, pero acá estaba abrochado Larrea. Un mes después Larrea anunció que se iba y la gente de la radio me llamó para hablar del tema, pero pidiéndome la moderación de cierto estilo.
No pretendían que yo modificara mis principios ni mis valores fundamentales, era una cuestión formal, mas que de fondo. Desde el punto de vista de la radio es comprensible, por que esta radio tuvo durante muchos años la impronta de Larrea, un tipo muy poco comprometido con la realidad, muy poco opinador, y el programa de la mañana es un poco que le da la ideología. Y la arde cambia esa ideología. Y yo con mi estilo de trabajo, anárquico e independiente, ya soy medio incontrolable. No me interesa hacer la mañana si tengo que sacrificar cosas, al contrario, tengo ganas de gozar. Eso se entendió acá, no cerraron la charla conmigo pero también hablaron con Marcelo Tinelli, Juan Alberto Mateyko, el gordo Juan Carlos Mesa, Santo Biasatti. Da la sensación de que no saben que radio quieren tener, primero tendrían que definir el perfil y después buscar a la gente. A lo mejor, por que no tienen otra cosa, me llaman para atrabajar sin condicionamientos. No me importaría que me lo terminen ofreciendo por descarte.
-¿Y si no consigue ninguna oferta?
-Por ahora puedo vivir de otras cosas. Hago la locución en off de Fm Tango y de comerciales en televisión. Pero si el año que viene no tengo una radio en donde recalar, se que voy a dejar una zanja en el living de mi casa de tanto caminar, por que esto es para mi oxígeno, no es un laburo, es parte de la vida.
Nota aparecida en Revista La Maga. Año 3. Numero 94. Miércoles 3 de noviembre de 1993