Agencia La Oreja Que Piensa. Por Luis Bauguen- Ballin (*)
En esta tarde de domingo, abandonó este plano la compañera Alcira Argumedo. Recibí la triste noticia de la voz del compañero Alberto Borda. Me ha generado una angustia terrible.
Docente, socióloga, secretaria de Cultura de la provincia de Buenos Aires del ’73 al ’74, investigadora del CONICET en 2007, directora de la revista Laberinto, diputada nacional entre el 2009 y 2017 (fue reelecta en 2013), miembro del Consejo Consultivo de Malvinas de la Cancillería argentina, supo ilustrarnos con su sabiduría. Y un detalle no muy conocido: supo descollar siendo gran nadadora en su adolescencia.
Alcira nació en Rosario y fue estudiante de Sociología en la UBA, recibiéndose en 1965. Se empapó de la Resistencia Peronista en el ámbito universitario. Ferviente compañera de luchas con el recordado Pino Solanas, a fines de los ’60 colaboró en la difusión, dentro de la clandestinidad de La hora de los hornos, de Solanas y Getino. Integró las Cátedras Nacionales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, entre el ’68 y el ‘74 junto a cuadros como el también sociólogo y ensayista detenido-desaparecido Roberto Carri.
Cuando el Golpe de Estado del ‘76, debió exiliarse en México, donde trabajó en el Instituto Latinoamericano de Estudios Trasnacionales (ILET) y fue asesora de Gabriel García Márquez y Juan Somavía, representantes latinoamericanos en el debate de la UNESCO sobre el NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la Información y las Comunicaciones).
En el ‘93 obtiene su Doctorado en Ciencias sociales de la UBA. En el ’93 participa en la conformación del Frente Grande junto a Pino, aglutinando a quienes se oponían a las políticas menemistas.
Colaboró en los documentales Memoria del saqueo (2004) y La dignidad de los nadies (2005).
Miembro fundacional del movimiento Proyecto Sur (2007), que le permitió acceder a una banca en la Cámara de Diputados en las elecciones de 2009.
Fue precandidata a presidente en las primarias de 2011.
Durante su actividad legislativa presentó varios proyectos de ley, como la ley de propiedad comunitaria indígena, la reparación para las víctimas de la tragedia de Cromañón y un sistema nacional de gestión social del reciclado.
Su filosofía se expone en la obra Los silencios y las voces en América Latina (1993).
Desnudó el señuelo del consumo como proyecto de vida y la falta de conciencia que hay sobre la magnitud que significó la subordinación a los grandes grupos financieros, entre otras verdades. En nuestra última conversación habló de lo siguiente:
“El 80% de las exportaciones del país pasan por la hidrovía Paraná. Paraguay exporta el doble de la soja que genera. La lumbrera declara llevarse tres minerales; analizando los barros, descubrieron que son 28, habiendo entre ellos tierras raras que son más caras que el oro. Los puertos privados tienen un control privado ejercido por una empresa belga. Por año, se contrabandean U$S30 mil millones en granos, minería, carne, combustibles, etc.”, todas realidades atroces agobiantes.
Hasta siempre, compañera Alcira. Un orgullo sus batallas, principios morales y todo lo que nos deja.
(*) Comunicador social.