Agencia La Oreja Que Piensa. Desde Marsella, Francia.2010. (Por Hernán Harispe)
Es evidente que la crisis no deja de agravarse bajo la forma de un desmembramiento del mapa mundial: la desocupación crece, varios países en estado o en el borde de la cesación de pagos, retorno de la especulación, desprotección social para millones de personas, desequilibrios en las formas de gobernar el mundo. Confrontación entre Estados Unidos y China, tensión en Medio Oriente . Ese enjambre irradia tendencias negativas a nivel planetario.
En ese cuadro, los medios de comunicación son alimentados por los grupos financieros, los banqueros y los gobiernos « centrales » con discursos del tipo : » estamos saliendo, la crisis está detrás nuestro, combatimos ».La deuda americana aumenta en cifras siderales y Obama comunica su « intención’ de reducirla. En Francia se « predice » una baja de la desocupación y en el mes de enero se perdieron 40 mil puestos de trabajo !!! . En Inglaterra se presenta un presupuesto que ignora el tema del endeudamiento. Portugal, Irlanda, Grecia, España, a lo que hay que agregar Italia, son los países más endeudados. Nadie dice que lo están porque buscaron salvar las economías del desastre provocado por los financistas!!!
En cada uno de esos países se preparan- ya están en ejecución-planes de rigor, de austeridad, de apretarse el cinturón. Es decir comer menos, cuidar menos la salud. Es decir que la realidad va por un camino y la « información » por el camino opuesto. Es cierto que es un fenómeno que siempre existió. Pero en el 2010 eso se va a agravar, porque hay que esperar una lucha descarnada de los grupos económicos, del mundo financiero para obtener mercados, concentrar riquezas, bajar costos salariales, des localizar y fugar capitales, especular, valorizar los activos. Cueste lo que cuente, caiga quien caiga.
Eso va a necesitar mucha manipulación informativa. En ese sentido lo que ocurre en Grecia es nada más que una pantalla que busca ocultar lo que está minando la economía mundial, con Estados Unidos e Inglaterra a la cabeza. Eso va directamente a la política internacional donde dos factores- entre otros- confluyen y arremeten en el remolino: las nuevas orientaciones de la política japonesa y el desbande en Afganistán.
Los cambios que se anuncian en Japón -baja de impuestos, aumento del gasto público, medidas de corte social- son producto directo del trauma que significa una economía en plena caída de su tasa de crecimiento -es decir del aumento regular de su producción- lo que técnicamente se llama recesión.
Japón será pronto sobrepasado por China en lo que hace a los niveles de producción anual. Desde el punto de vista social los japoneses viven en una sociedad donde la separación es cada vez más profunda entre ricos y pobres. Años de gobiernos liberales han conducido a esta situación inédita. De ahí las tentativas del partido Demócrata de Yukio Hatoyama de cambiar de rumbo sin resultados a la vista.. Inimaginable, en Japón se vuelve a utilizar dos palabras que habían caído en desuso: “Estado de Providencia”.
En el plano internacional y en sus relaciones con Estados Unidos, Japón, además de retirar sus tropas en Afganistán, busca negociar un nuevo estatuto para la permanencia de los 47 mil soldados norteamericanos establecidos en Okinawua, cuyos habitantes -tal cual lo expresaron de forma contundente en una enorme manifestación el 8 de noviembre- exigen la evacuación de la base y no su transferencia a otros sitio del territorio como planea el gobierno. Estados Unidos necesita mantener esa base, para defenderse de lo que llaman “las amenazas norcoreanas” y el aumento en potencia de China.
Holanda, Alemania, Italia y Japón anuncian el retiro de sus tropas en Afganistán. La ocupación comenzó en 2001 con el envío de 1.300 soldados norteamericanos. Hoy hay 68 mil. Y los generales, el Pentágono, exigen a Obama -que cedió- un nuevo refuerzo de 30 a 40 mil soldados, lo que significaría un incremento militar de un 60 %. Después de siete años en Irak y ocho en Afganistán, esa exigencia suena a fracaso, dado el elevado costo humano y financiero de estas guerras de ocupación.
Además, hay fuertes reticencias de los soldados norteamericanos a aceptar estos destinos. Una muestra es la matanza realizada por el siquiatra militar en Fort Hood, donde asesinó a trece de sus compañeros e hirió a treinta. Otro son las finanzas: cada soldado suplementario representa un costo anual de un millón de dólares.
Las dos guerras cuestan prácticamente 10 mil millones de dólares, una cifra que choca con la economía de un país que ha perdido casi 8 millones de puestos de trabajo desde el comienzo del 2007 o sea tres veces más que en 1980/82, la anterior recesión, que fue la más grave después de la guerra, exceptuando la presente. Es decir una tasa de desocupación que de aquí a marzo de 2010 puede llegar al 20 % de la población económicamente activa. Un país con una caída brutal e inhabitual del PBI. Con un déficit mensual de su presupuesto, en octubre, según informa el departamento del Tesoro, de 176 mil millones de dólares. No es ajeno a este marasmo de cifras que hoy se discuta abiertamente una reducción mayor de la que ya existe de los salarios de los obreros americanos. Se exigirá más productividad con menos salarios, como habitualmente se impone a los trabajadores del llamado “tercer mundo”.
En ese cuadro -desde ya en plena turbulencia y que preanuncia mas violencias- y desde otro ángulo, se ubica la Unión Europea con dos interrogantes de peso: o en la disputa intercapitalista se coloca como un centro con cierta autonomía y dispuesta a jugar un papel opuesto al cuadro actual -ver en esa línea ciertos acuerdos estratégicos con América latina o de políticas diferentes con India, China y Rusia- o se resigna a jugar el rol presente, de segundón, detrás de la decadencia del llamado “mundo occidental,” con los países anglo-sajones a la cabeza.
Eso significaría seguir al dólar en su caída, exportar solo a las áreas dominadas por la moneda verde y en consecuencia ser cómplices de lo que se prepara. Por ejemplo lo que pasa en Inglaterra y Francia con los enormes déficit públicos –saldos negativos crecientes de los presupuestos del Estado- y deuda pública –por el conjunto de los préstamos contratados y bonos emitidos para financiar el déficit-. Eso conlleva, por la rareza aparente de recursos y a su pésima distribución, -inevitablemente- a continuar con el desmantelamiento de la “Europa social”, con la vigencia de las normas de la llamada “economía social de mercado” y a nuevas formas de conflicto, como por ejemplo los que ya se expresan entre la Europa del Norte y la Europa del Sur. O, lo que desde ya es muy grave, a continuar en políticas que han conducido a destruir más de 4 millones de empleos entre el segundo semestre del 2008 y junio del 2009, con una tasa global de desocupación del 10 % en la Unión Europea de aquí hasta el fin de año. En ese tablero está el desmoronamiento de Grecia. Años de « modelo argentino » neoliberal-menemista la llevaron a la Argentina 2001.
Si se podría vislumbrar una hipotética “autonomía” y cada día más difícil, de la Unión Europea sería resultado de poseer el euro que se presenta como una alternativa al dólar, de contar con la más grande reserva mundial en oro, de tener un mercado interno con productos de consumo no dependientes del mercado americano, de estar poblada con 500 millones de habitantes y de situarse geográficamente en el centro de las economías del este -Rusia- y los Estados Unidos al oeste. Una serie de factores que hacen de la Unión Europea la primera potencia económica mundial. A lo que hay que agregar -que no es poco- una vieja tradición de luchas. En Europa existió la Resistencia, los mayos del ‘68. Eso hoy parece lejos, pero está.
El otro actor bien presente es el paralelo que se puede hacer entre China e India. Los dos han aumentado en 10 años casi un tercio su parte en Producto Nacional Bruto mundial. Es decir en el conjunto de los valores agregados realizado en los factores de la producción, sea capital o trabajo. Hoy mismo en China se habla de de un crecimiento de la economía de un 10 % entre octubre y diciembre 2009, lo que parece ser un resultado directo de los 460 mil millones de euros que Pekín habría inyectado en la economía en 2008.
Desde el punto de vista estrictamente economico-fianciero el 2010 ya se vislumbra borrascoso : posibles estallidos de las burbujas de los déficits públicos y de la cesación de pagos de varios Estados ; las tasa de interés para préstamos y créditos sufrirán aumentos, lo que significará una reducción de medios de pagos y de consumo , lo que conducirá choques bancarios, cuando la deuda no puedan pagarse.
2010 será un año también donde la Economía será inmiscuida cada vez más por la Política. Un año donde todo se acelerará. Como todo se ha acelerado esta década pasada. Sólo algunos ejemplos: En América hace diez años gobernaban Menem, Banzer, Lacalle, Fujimori, Carlos Andrés Pérez, Bush. Estados Unidos no estaba empantanado y en derrota en Irak y Afganistán, repitiendo en forma agravada el Vietnam de 1968. China, India y Brasil estaban en la lista de países secundarios. A partir de Inglaterra el neoliberalismo hacía escuela en Chile y Argentina. En Rusia era el caos de los años Yeltsin. Walll Street y la City de Londres daban órdenes.
Hoy hay una nueva relación de fuerzas. Para confundir van a engendrar nuevos posicionamientos y nuevas formas de opresión. Nuevas violencias. Por ejemplo, entre otro, volver al malthusianismo. Es decir culpar a la demografía, al nacimiento de bebés, como causa del “calentamiento global del planeta” o reducir por todos los medios la atención a la salud sin protección social y médica a las personas mayores con pocos recursos, como ya está ocurriendo en los países “desarrollados”. O, más grave, volver a la Doctrina Monroe en América latina, sembrando bases militares como las ya implantadas en Colombia, Honduras y Panamá.
Habrá que leer y escuchar las informaciones que vendrán con un filtro inteligente. Habrá que ayudar a las nuevas formas de la comunicación como manera de romper el caparazón de mensajes envenenados que circulan por doquier. Será la manera de saber aprovechar las fisuras y brechas que dejan los sectores hasta ahora dominantes. Eso forma parte esencial del conocimiento para ir, ahora sí, más lejos en eso de la emancipación humana. Será la manera más útil de acercarse a la realidad para cambiarla.