Agencia La Oreja Que Piensa. (Por Alberto Morlachetti) 13-6-2002 (*)
Venían del sur del Gran Buenos Aires donde nada alcanza para todos, sólo la pobreza y el hambre visten los cuerpos y los barrios.
Cansados de esa rutina de soñar como siempre que uno vive de la nada y muere de todo. Se levantaron camino el 26 de junio, “buscando un pan donde sentarse”.
Fueron con el día cientos de hombres, mujeres y jóvenes en avenida Mitre y Pavón donde Avellaneda se hace calle, “paredón y después”.
Quizás juntaron sus ganas en el “papel de amarse y persistir, junto a las horas y a lo indebido”.
Intentaban cortar el puente, hacerse Capital Federal, hincar el hambre en el milagro de los panes y los peces.
Pero el puente Pueyrredón era una Itaka, una emboscada criminal que llaman Comisario Alfredo Franchiotti, su banda, las órdenes que disparan pena de muerte, la cacería de los hambrientos.
Los disparos que atravesaron todos los espacios. Avellaneda era una tumba abierta. En la estación de trenes dos pibes, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, fueron asesinados a quemarropa.
La policía fabricaba cadáveres como símbolo de un escarmiento anunciado. No importa la muerte. La policía ha sido engendrada para sembrarla.
En una sociedad que mira de reojo a los “profetas desviados”, Darío y Maximiliano, son el país que soñamos, la ternura necesaria, el pan de cada día, la obligación de la caricia, “senos abundantes donde mamen nuestros hijos”.
(*) Alberto Morlachetti. Sociólogo (1943-2015)
Nació en Córdoba, pero se crio en Avellaneda, en la Pcia de Buenos Aires. Hilvana la realidad social con la carga estelar de la intensidad de la vida. Titular de Teoría sociológica en la UBA. Fundador de la obra Pelota de Trapo. Fundador en 1987 junto con el padre Carlos Cajade del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo.