Agencia La Oreja Que Piensa. Nov. 2012
Hoy, domingo 11 de noviembre se cumplen 19 años de la desaparición y posterior asesinato del periodista y militante de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), Mario Bonino.
Un 11 de noviembre pero de 1993 fue secuestrado y cuatro días después su cuerpo apareció flotando en el Riachuelo.
Mario iba camino a asistir al seminario “La Radio de Fin de Siglo a las Puertas del Tercer Milenio”, luego de un intenso día en el que distribuyó un comunicado de repudio de la UTPBA por las amenazas de muerte contra periodistas de San Luis. Nunca llegó. Después de una intensa búsqueda que duró cuatro días, su cuerpo fue encontrado flotando en las aguas del Riachuelo, muy cerca del Puente Pueyrredón.
Al momento de su asesinato, Mario tenía 37 años, estaba casado con Felicia Urbano y era padre de Federico, por entonces de 8 años.
Trabajaba en el Área de Comunicación de la organización de los periodistas, pero antes lo había hecho en los diarios La Razón, Sur y Popular.
Ese 11 de noviembre de 1993, antes de partir, se despidió de su hijo Federico y se dirigió al auditorio de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), lugar donde la Secretaría de Asuntos Profesionales de la UTPBA organizaba un seminario para hablar de los cambios en la comunicación del nuevo siglo.
Aquellos días donde la muerte le arrebató su sonrisa característica, eran tiempos convulsionados por las amenazas y agresiones a muchos periodistas que se multiplicaban a diario. Mario Bonino dijo presente cuando se instaló una redacción abierta en la puerta de la Casa Rosada, en esa época presidida por Carlos Menem, y trabajó arduamente para garantizar el acto que la UTPBA realizara en Plaza de Mayo el 16 de septiembre de 1993 para denunciar las agresiones que se estaban cometiendo contra la prensa. “Por la Vida contra la Impunidad” fue la consigna que congregó a una multitud que gritaba “Paren la Mano”.
El secuestro y posterior asesinato de Bonino distó de ser un hecho aislado o accidental, como se intentó difundir por entonces. Apenas horas antes de aparecer su cuerpo, en la madrugada del domingo 14, tres personas irrumpieron en la sede de la Obra Social de los periodistas y agredieron con golpes de hierro en la cabeza al sereno del edificio, Miguel Gavilán, quien fue internado de urgencia con conmoción cerebral.
Esa misma mañana, en la sede de la UTPBA se recibió un llamado telefónico anónimo, donde una voz femenina amenazó diciendo que "lo que les pasó anoche les puede volver a pasar".
Luego se sucedieron las marchas pidiendo justicia, se conformó una Comisión de Investigación integrada por prestigiosos periodistas de diversos medios y se realizaron denuncias ante organismos internacionales, entre ellos la Comisión Investigadora de Atentados contra Periodistas (CIAP) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
A la par, se realizaban las pericias judiciales que aseguraron que se trataba de un asesinato y que permitieron al Juez de Instrucción, Dr. Raúl Irigoyen, concluir después de realizada la segunda autopsia que "se ha excluido el diagnóstico de muerte por sumersión" y "tampoco se han detectado rastros de sustancias tóxicas en los restos". Estas expresiones desechaban de plano la hipótesis del suicidio que, por momentos, intentaban enarbolar desde el gobierno menemista y quienes habían sido designados para esclarecer el caso y que lejos de hacerlo, lo entorpecían intentando ensuciar la figura de Bonino.
Durante años la causa permaneció encajonada. En el año 2003, el entonces secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, recientemente fallecido, decidió reabrir la causa a partir del reclamo realizado por la familia Bonino y la UTPBA.
La exigencia de justicia nunca cesó.
El asesinato de Mario Bonino aún sigue impune.
Mario Bonino, ¡No Olvidamos!